21.12.14

solsticio de invierno

La práctica del canto ha sido una terapia cultural de invierno desde el comienzo de la civilización. 
Revitaliza el cuerpo, agita el conocimiento, evita el malestar, reinicia el reloj interno, reaviva el espíritu humano, alivia la modorra por la disminución de la melatonina (la hormona del sueño) y aumenta la serotonina (la hormona del placer).


5.10.14

labios, mirada

El canto es labios, mirada, alimento,
como los labios de la madre cautivan los del hijo,
sus miradas atraen su mirada,
el alimento de su cuerpo sacia su hambre,
y por fin, el curioso alimento denominado lenguaje
que se introduce también por la boca
y pasa de los labios de la madre a los labios del hijo.


27.9.14

el lenguaje antes del lenguaje

La boca, los labios de la madre son como los de la/el cantante.
Son como los labios de la madre que se entreabren para que el bebé abra la boca y aprenda a comer.
Son como los labios que el bebé mira hipnotizado para aprender el lenguaje.
Los labios de la madre son los labios sobre los cuales aprendemos el lenguaje antes del lenguaje, hambrientos y saciados al mismo tiempo por esas palabras que la madre nos dirige, más allá de nuestra incomprensión, fascinando nuestra incomprensión.
Los labios de la/el cantante nos fascinan más allá de nuestra comprensión y nos recuerdan a los labios de nuestra madre.


14.9.14

Anoche soñé con una cantante


que cantaba la Balada para un Loco
de Piazzolla/ Ferrer
con prisa y desapasionadamente en el pasillo de un avión
vestida de azafata
y mientras hacía mecánicamente los gestos de seguridad del despegue…
vení, bailá, volá…

(creo que si alguna vez vuelvo a cantar ese tema, ésta será mi versión).

11.9.14

“La posición inicial de la escritura (el canto) es un dejarse ir, dejarse caer al fondo del momento presente. Eso supone una creencia inconsciente en algo, una fuerza y una materia que va a aparecer, a manifestarse, un mar, una corriente que esta siempre ahí, que se va a levantar y me va a llevar. Es algo físico. En cuanto a la lectura (la canción) es como hacer el amor, la clave de la lectura es el dejarse leer, ser leída por el texto (la canción).” Hélène Cixous




6.6.14

la casa de mi abuela

La Casa de mi Abuela, Milonga.
Letra y Música: Laura Hansen

Una casa sin raíces
con tazas de porcelana
cárcel de tu extranjería
habitada por fantasmas.

Un rincón en el suburbio
limite de tu esperanza
criando hijos nacidos
bajo un cielo de distancias.

Atrapada en tu jardín
la casa te tira encima
los recuerdos de tu infancia
las promesas incumplidas.

Soledad no solo tuya
con nosotros compartida
como un rasgo hereditario
fatalidad de la vida.


Nadie sabe que veías
con la mirada perdida
nostalgias de otro destino
en la ventana escondido.

Cortabas la rama al pino
y en el verano argentino
nos dabas tu noche buena
de blanca nieve danesa.

La casa, una caracola
la cama, el barco en la ola
para guardar tus secretos
y envejecer tus recuerdos.

Soledad no solo tuya
con nosotros compartida
como un rasgo hereditario
fatalidad de la vida.


9.5.14

el canto del mirlo

fa, la, re, do, re, do
canta el mirlo
cuando la luz del día
y las sombras de la noche
se sugieren,
el acorde mayor, trinos,
la sexta mayor, variaciones,
improvisaciones, melodías originales...
y nos obliga a preguntarnos
de dónde viene tanta sabiduría musical,
quizás escucha nuestras vocalizaciones,
canciones, ensayos,
o simplemente viene a recordarnos con su canto
puro, lleno de vida, de fuerza, de belleza,
el origen de todas las músicas.

18.3.14

las que cantan

Vengo a decir que en los rincones
más difíciles del planeta
están cantando las mujeres
con su voz de pueblo escarmentado,
se supone que vociferan
para morir un poco menos.
Sólo el dolor, la fiebre, el odio,
el desafío y la desgracia,
sólo una luz inofensiva
cantan las mujeres que cantan.
Fadistas de Portugal,
enlutadísimas de España
inclinadas segando siegan
espirales de rabia y queja,
liquidan su ración de sueño
con furiosa maternidad.
Coyas , princesas miserables
de una América de arpillera,
queman ancestro alcoholizado
en lamentos como cuchilladas.
Hay que dejarse herir, amar su llanto
y comprobar cómo la tierra
busca su desolados huesos.
Brujas, pálidas de Oriente
lustradas hechiceras de África
custodias de padecimientos,
celebrantes de la miseria
que lamentan inútilmente
fatalidades ordenadas
por dioses vanos y hombres crueles.
Les asignaron sed atávica,
desesperada obligación,
y ellas amenazan morir
en repertorios de quejido,
de belleza perdonadora.
Sólo vengo a decir que cantan
y que el mundo no se arrepiente
de sus gargantas infernales,
de sus corazones prohibidos.
Sólo vengo a decir que acaso
nos están echando la culpa.


María Elena Walsh, de “Los Poemas”


19.2.14

silencio

En el escenario, he sentido instantes aislados que quedaron grabados en mi cabeza, y todavía más fuerte en mi corazón y en mi cuerpo. Son instantes en los que el tiempo se detiene, como suspendido. En esos instantes el silencio se vuelve tan presente, tan denso, que me lleva con él. Esos instantes de silencio fuera de lo normal pueden llegar mientras estoy cantando o justo al final de una canción. Nunca he sentido ese silencio fuera de la escena. 
Juliette Gréco


23.1.14

voz de madre

cantando te busqué
te canté cantándome
cuando canté
cantamos juntos
cantando con los que cantaban
también cantabas
mi voz te ha engendrado
ensueñado
encantado
mi voz esta enredada en las curvas de tu mente 
en los recodos de tu alma.



20.1.14

desertores del pasado

1914, aquella guerra
ni la primera ni la última ni la más grande
como todas despiadada inútil horrible
mis abuelos que entonces vivían
y lo poco que sé de ellos:

mis dos abuelos daneses eran niños todavía
pero mientras ella vivía en el norte de Dinamarca
él pasaba sus primeros años en Argentina
hijo de una familia de marinos
que hacían la ruta Dinamarca-Chile
transportando sal
así fue como mi abuelo nació en el sur
en Carmen de Patagones
su madre era francesa
pero no sé nada más de ella
cuando la guerra comenzó
debieron regresar a Dinamarca
y a causa de la guerra también
la empresa naviera quebró
la familia quedó en la miseria
esto y una disputa con su padre
fue lo que impulsó a mi abuelo
a emigrar definitivamente
a su Argentina natal

por el lado materno
mi abuela española vivía ya en Argentina
durante la Gran Guerra
había emigrado niña y huérfana
siguiendo a sus hermanos mayores
pero mi abuelo italiano y calabrés
hacía el servicio militar en Italia en 1913
en su casa había un retrato suyo vestido de soldado
del que estaba muy orgulloso
¿desertor?
posiblemente

había salvado su vida
y la mía.

15.1.14

ida y vuelta

Ida y Vuelta, candombe
Letra y Música: Laura Hansen
                                                                 
Milonga del emigrante
del que cruzó medio mundo
y se volvió inmigrante
soñando con el futuro,

tus cuatro abuelos se fueron
y completaste el camino,
el destierro y la memoria
como la marea vino,

la luna, las estaciones,
los mares y las corrientes,
el pasado del pasado
y el pasado del presente. Bis

Pasajeros del destino
sin regreso ni partida,
los viajeros los ausentes
ida y vuelta de la vida,

lo perdido y lo olvidado,
las voces de aquí o de allá,
la infancia del otro lado,
lo que nunca volverá,

la luna, las estaciones,
los mares y las corrientes,
el pasado del pasado
y el pasado del presente. Bis







7.1.14

buscando "esa" voz

Cuando observamos a dos personas sordas hablando por señas sentimos que la seña tiene una cualidad festiva, un estilo completamente diferente del que tiene el habla. Los que hablan por señas tienden a improvisar, a jugar con las señas, a incorporar todo su humor, su imaginación, su personalidad, de manera que hablar por señas no es simplemente manipular símbolos de acuerdo con normas gramaticales, sino que es, irremisiblemente , la voz del que hace señas; una voz a la que se asigna una fuerza especial porque se expresa, de modo muy inmediato, con el cuerpo. Podemos tener o imaginar un habla desencarnada, pero no podemos tener seña desencarnada. El que habla por señas expresa continuamente cuando lo está haciendo, su cuerpo y su alma, su identidad humana única.

(del libro de Oliver Sacks: Veo una voz)