Nunca dejé de marcharme
ni mis padres
ni mis abuelos
y hasta allí llega mi
genealogía
cuando uno se exilia se
supone que reemplaza un país por otro
pero no es así
salimos de un país pero
nunca llegamos
no se llega
y si vuelves
no encuentras nada
porque lo que haces es
un viaje a través del tiempo
el de la infancia a la
madurez o a la vejez
un viaje de voces
exteriores e interiores
que no llevan a ningún
lugar.
El pueblo en que se casaron mis abuelos en Dinamarca.