6.11.11

diarios

Aferrada a fechas como a conjuros
voy impregnando cuadernos, pantallas
a veces, como alelada, me siento con la mirada perdida
a esperar mi última palabra
vana pero imprescindible
un abracadabra que me salve y me ocupe escribiendo
hasta el día en que escriba mi última palabra
la noche de mi muerte.
Menos mal que llega una canción
y me rescata
-ignorante de la repetición-
y surgen las primeras palabras
poderosas
personales.


Técnica:
La oreja habla y la voz escucha.
Los griegos situaron la sede del alma en el diafragma.


Noviembre,
los días fríos preparan su gobierno (y yo la oposición).