19.4.13


...después del bolo, se acercó un señor muy, muy mayor a saludarme; me dió la mano con una gran sonrisa que me resultó familiar y me dijo:
-yo, lo conocí a Gardel!
rendida de admiración exclamé:
-que hombre tan afortunado es usted!
...se fue caminando menos encorvado y con una sonrisa todavía más dulce.