Un viejo libro danés, escrito en letra gótica, con tapas de cartón gastadas
y hojas de color ocre. Es un libro que tiene más de cien años, es el libro de
recetas de cocina de mi abuela Margarita. Viajó con ella desde el norte de
Dinamarca a la Argentina, allí acompañó su vida desterrada poniéndole sabor de
infancia a los nuevos ingredientes de sus días y sus noches argentinas.
Cuando ella desapareció y sus objetos se esparcieron como pétalos al viento
el libro fue a dar a las manos de mi hermano, y junto con él volvió a emigrar siguiendo
los meandros de su vida desterrada. Primero a Inglaterra, después a Suiza. Aquí,
cerca de Berna, esta mañana lo tenemos entre las manos y nos preguntamos qué
hacer con él, no entendemos el danés, mi maleta ya está cargada, y él que ha
digitalizado todos sus libros quiere deshacerse del viejo libro de cocina de la abuela
Margarita.
Estamos a punto de condenarlo cuando mi hijo, Mitia, de seis años, interviene:
-yo lo quiero para utilizarlo de libro de pociones mágicas.
El viejo libro viajero vuelve a encontrar sentido en nuestras vidas, otra
vez.