15.9.13

sonsonete

Compartir con él el escenario fue uno de los momentos más misteriosos y fantásticos de esa vida paralela a la vida real que se vive en la escena. Era un espectáculo musical de un famosísimo cantor romántico, y en él aparecían un grupo de “artistas de circo de verdad”. Además del lanzallamas y la contorsionista, que eran personas comunes realizando un trabajo muy especializado, estaban los cuatro enanos y el payaso Sonsonete. Los cuatro enanos eran una familia en la vida real que en el escenario se representaba a sí misma. El guión de sus intervenciones y su actuación eran tan malos que resultaban absolutamente desconcertantes, hasta el punto de hacernos sospechar de si no se trataría de alguna genialidad para la cual no estabamos suficientemente capacitados.
Pero el único Artista (con mayúscula), un artista a pesar del mundo e incluso de sí mismo, era el payaso. Era un payaso viejo y tristísimo, flaco hasta lo imposible. De solo verle la cara, adivinarle la cara detrás del maquillaje te podías poner a llorar. No hacía prácticamente nada en el escenario, su acto era de un minimalismo absoluto.
La única acción consistía en extraer un interminable pañuelo –o varios pañuelos anudados- de su boca, la hacía de espaldas al público, y sordo a las ordenes del “divo” que le gritaba azorado que se girase hacia el respetable.
Y el nombre! Qué nombre! Sonsonete!* Solo un gran filósofo pudo haber nombrado tan sabiamente todo lo que esa figura solitaria y mísera representaba: el alma, la triste alma humana.

*Sonsonete.
1. m. Sonido que resulta de los golpes pequeños y repetidos que se dan en una parte, imitando un son de música.
2. [m.]fig. Ruido generalmente poco intenso, pero continuado, y por lo común desapacible.
3. [m.]fig. Tonillo o modo especial en la risa o palabras, que denota desprecio o ironía.