6.5.15

contra los cantantes

“¿Hay algo más banal que una cantante que canta?” Barbara

“¿Cómo puede existir la inteligencia vocal en ese summum de cretinismo que es a menudo un cantante?”
Marina Tsvietáieva


Como la de las sirenas de Ulises, la voz cantada nos seduce, nos encanta. Pero también nos engaña, nos miente. Cuando es la “voz propia” puede atontarnos al punto de impedirnos saber qué estamos diciendo, puede convertirnos en los peores mentirosos –los que mienten sin convencimiento, incapaces de creerse sus propias mentiras- y puede transformarnos en patéticos vanidosos y en neuróticos insatisfechos. De cantantes como estos está lleno el mundo, siempre lo estuvo, pero ahora que la banalidad y la intrascendencia está entre las manos de todos, todo el día, y nuestros oídos reciben indefensos las ondas de voces falsificadas y vacías, sufren inocentes nuestras almas, por más cera que echemos en nuestros castigados oídos.