30.3.11

En un bodegón en venta, sifón y litro de tinto sobre manteles de hule, un viejo desgastadísimo a mediodía tocaba el bandoneón. El cuerpo no le daría ya para trabajar de noche, pero aunque sí ¿dónde?. Rosa iba a oírlo algunos días, y después se fue. Buenos aires se quedó con su juventud y el bodegón se habrá vendido o bajado la persiana de metal, como por cansancio. Y el viejo que tocaba el bandoneón habrá muerto de cirrosis, y ahora estará en el cielo, trabajará de noche (¿o en el cielo el día y la noche son la misma cosa?) en la orquesta de Angeles Bandoneonistas, que es tan pequeña comparada con las orquestas de Violinistas, Pianistas o Guitarristas.

20.3.11

cantar como un poeta

Cantar como
un poeta juega con las palabras
las prueba
las sopesa
las toca
las huele
las saborea
las gusta
busca y encuentra en ellas
las sombras
los ecos
los misterios
construye con ellas
pequeños universos
esculturas intantáneas
canciones.






16.3.11

“Para la completa armonía de las almas es necesaria la armonía de la respiración,
ya que ¿qué es la respiración si no el ritmo del alma?.
Así para que las  personas se comprendan unas a otras,
es necesario que caminen, canten, o se acuesten una al lado de la otra.”
Marina Tsvietáieva





11.3.11

la vida del olmo

vivías sin estaciones
talado
condenado
hundido
en un pozo de sombras

alzamos tus brazos caídos
al aire y a la luz
llegó abril
y te pusiste verde
renacido

con el verano
tu sombra era como un río
de pequeñas hojas
tornasoladas
y
una nevada de pétalos

un día
tornaste amarillo
el verde cansado por el sol
y nos tendiste la alfombra crujiente
de hojas ocres

tus ramas 
desnudas son trapecios de mirlos
que acunan tu sueño herido
mientras guardas el profundo
secreto de la vida

2.3.11

To Erling Kroner

                                                                                                   foto: Ole Torp-Pedersen
un día de noviembre...
vuelta de una pequeña tournée por Dinamarca
(como cantante de una Big Band)
viajando en autobús
cruzando íntegro el pequeño país de mis abuelos
isla incluida
por uno de los puentes más largos del mundo
los diecinueve músicos que me acompañan
que soplan conmigo en el escenario
se entretienen con sus libros, ordenadores portátiles, móviles,
algunos duermen, otros escuchan jazz,
uno toca -sin sonido- su bajo eléctrico,
otro una trompeta con sordina...
yo, la cantante, la -con todas las comillas- diva de la banda
voy con mi precioso hijo en brazos
mamando y durmiendo
miro el paisaje
y disfruto de toda la felicidad posible
colmada, me digo:
-este momento es más de lo que nunca soñé
...
otro momento de la gira:
a medianoche en la habitación del hotel
después del largo concierto
en ese hogar efímero pero acogedor que se desvanecerá a la mañana siguiente
nuestra pequeña familia de tres
felices de estar juntos otra vez
descalzos
en pijama
la TV encendida sin volumen
la gran cama blanca revuelta y cálida.