Mi nombre, Laura Hansen, es, -y, no un seudónimo artístico como algunos creen, entre ellos el poeta Horacio Ferrer- por casualidad, un nombre que contiene un poco de la historia del tango. Ya que “lo de Laura” (una casa de señoritas “para bailar”) y “lo de Hansen” ( un restaurante con música en vivo, en la época en que toda la música era en vivo), fueron lugares de leyenda en donde el tango dio sus primeros y contundentes pasos, pero lo cuenta mejor un tango…
Te acordás las mujeres aquellas
Minas fieles de gran corazón
Que en los bailes de Laura peleaban
Cada una defendiendo su amor
Te acordás, hermano, la rubia Mireya
Que robé en lo de Hansen al guapo Ribera
Casi me suicido una noche por ella
Y hoy es una pobre mendiga harapienta